UNA SELECCIÓN DE MIS RELATOS MAS ATREVIDOS

domingo, 11 de octubre de 2015

MINI RELATOS (7): SORPRESA INESPERADA








Armando García debía estar ya en la playa con su mujer y sus hijos, ya que ese día habían comenzado sus vacaciones. Pero, unos asuntos le tuvieron hasta tarde en la oficina y, para colmo, ese día estalló una gran tormenta y no era conveniente coger el coche, así que llamó a su mujer y le dijo que llegaría al día siguiente.
A la mujer no le hizo mucha gracia.
- No te preocupes, cariño –le dijo él –. Estaré allí cuanto antes. Estoy deseando reencontrarme con vosotros.
Pero era mentira. A él, en realidad, todo aquello le venía bien, ya que iba a tener esa noche para el solo la grande y lujosa casa donde vivían.
Acomodado en el sofá, veía tranquilamente la Tv con una cerveza en la mano. Estaba viendo un partido de futbol y, en el intermedio, pusieron un anuncio bastante subido de tono. Ni siquiera sabía lo que anunciaban, solo veía a unas chicas muy explosivas y ligeras de ropa moviéndose de forma sensual.
No tardó en ponerse cachondo y lamentó estar solo. Le hubiera encantado traer a alguna de sus amantes allí; no hubiera estado mal verse con alguna de ellas por una vez en su casa y no en un hotel. Sin embargo, dudaba mucho de que alguna de ellas quisiera salir con esa tormenta. Pensó también en llamar a “una profesional”, pero corría el riesgo de que alguno de sus vecinos se enterara y en ese vecindario las noticias corrían.
Sin embargo, como respuesta a sus plegarias, alguien llamó a la puerta, resultando ser dos chicas jóvenes. Las dos eran todo un regalo para la vista; además, estaban mojadas por la lluvia y la ropa se les ceñía más al cuerpo dibujando más sus esculturales curvas y dejando ver que no llevaban ropa interior debajo.
- Disculpe, señor  –dijo una de ellas –. Nuestro coche se nos ha averiado y nuestros móviles se han estropeado con la lluvia. ¿Podemos utilizar su teléfono y esperar a que llegue la grúa?
El tipo aceptó encantado y no dudó en dejarlas entrar; desde el primer momento, se veía en su mente montándose un trío con esas chicas. Una de ellas fue a la cocina, donde estaba el único teléfono fijo de la casa, para llamar a la grúa. Luego regresó y los tres conversaron en la sala de estar.
Estuvieron largo tiempo charlando, riendo y bebiendo cervezas. El tipo estaba tan cachondo con esos dos bombones mojados tan cerca, que no se dio cuenta de que pasaban las horas y la grúa no llegaba. Además, poco a poco, la conversación se fue volviendo más picante y, para alegría de él, las dos chicas empezaron a comportarse como unas zorras.
Al final, terminó en su cama con las dos chicas, que se lo follaron de muchas maneras distintas y practicando los juegos más perversos que él jamás hubiera imaginado.

El tipo despertó a la mañana siguiente. La cama estaba revuelta, pero no había ni rastro de las dos chicas. Rápidamente, se temió lo peor y comenzó a buscar por toda la casa. Las chicas se habían ido, pero no parecía que hubieran robado nada; no eran unas ladronas.
Respiró de alivio y empezó a preparase para el viaje.

Pasó las vacaciones con su familia y, cuando estas terminaron, regresó al trabajo. Al entrar en su despacho, se sorprendió cuando vio  a Lorena sentada en su sillón tras el escritorio con una maliciosa sonrisa.
- ¿Qué haces aquí? –preguntó él furioso.
Lorena había sido su ayudante y una de sus primeras amantes. Él le había prometido que la ayudaría a ascender en el trabajo si se acostaba con él pero, cuando se cansó de ella, hizo que la despidieran y no la había vuelto a ver desde entonces.
Iba a llamar a seguridad, pero ella le dio la vuelta a un portátil que tenía sobre la mesa y él se quedó boquiabierto al ver las imágenes de una cámara oculta que le había grabado con las dos chicas de la noche tormentosa. Rápidamente, cogió el portátil y lo miró más de cerca, completamente perplejo.
- Puedes quedártela, tengo más copias –dijo ella en plan mujer fatal –. Una de ellas en una caja de seguridad con instrucciones de hacer público su contenido si me ocurriera algo.
Él cerró el portátil y la miró.
- ¿Qué coño quieres?
Ella soltó unas carcajadas.
- Esas dos chicas me costaron muy caras. No son prostitutas, pero me costó dinero convencerlas. Pero, da igual, porque me vas a pagar una buena suma de dinero todos los meses si no quieres que tu mujer vea la cinta. Sería una putada que ella se divorciara y se quedara con la mitad de tus bienes; es lo que tiene no haber hecho un acuerdo prematrimonial…
- ¡Eres una maldita zorra!
Ella volvió a reír.
- El dinero que les pagué a esas chicas les vendrá muy bien para cuando tengan que costearse la universidad –el hombre abrió los ojos como platos –. Si, son dos adolescentes, tienen 16 años y aún van al instituto. ¿Sabes lo duro que es ir a la cárcel por corrupción de menores...?
El tipo estaba tan perplejo que dejó caer el portátil al suelo y este se rompió.
- Tranquilo, ya me comprarás otro cuando me hagas el primer pago. Luego me pondré en contacto para decirte cuanto te va a costar haber sido tan cerdo…
Se puso en píe y se largó del despacho dejándole solo. Armando se cubrió el rostro con las manos y rompió a llorar.

Semanas después, Lorena se encontraba en un coche con las dos chicas sentadas en el asiento trasero. Las tres vigilaban una lujosa casa en las afueras y a un hombre algo mayor que vivía en ella.
- ¿Así que ese es tu padrastro? –dijo una de las chicas.
Lorena asintió.
- El muy cabrón solía colarse en mi dormitorio. Cuando mi madre lo descubrió, dijo que yo le había seducido y me enviaron a un internado –miró a las dos chicas con una maliciosa sonrisa –. ¿Puedo volver a confiar en vosotras…?
Las dos chicas también sonrieron maliciosamente y asintieron.






jueves, 10 de septiembre de 2015

MINI RELATOS (6): SOLOS EN CASA






Patricia salió de la ducha con su cuerpo desnudo y mojado envuelto en una toalla y entró en su cuarto mientras pensaba que iba a hacer esa noche. Sus padres estaban de viaje y no volverían hasta el día siguiente. Le hubiera gustado invitar a alguna de sus amigas, pero esa noche había estallado una gran tormenta y ninguna tenía ganas de salir.
Abrió la puerta del armario y el susto que se llevó fue tremendo cuando aquel individuo bajito con la cabeza cubierta con una máscara zombie saltó sobre ella y le clavó un puñal. Sin embargo, este no la mató, ya que era uno de esos puñales falsos con hoja retráctil que se venden en las tiendas de artículos de broma; aunque, eso sí, la dejó perdida de sangre falsa.
Furiosa, le quitó la máscara, dejando al descubierto la cabeza de Javier, su hermano pequeño, un niñato de 12 años, tres menos que ella, al que le gustaba gastarle bromas como esa cuando Halloween estaba cerca.
El chico se rió y ella le cruzó la cara de una bofetada.
- ¡Se lo voy a decir a mamá –replicó él frotándose la mejilla.
Patricia sonrió maliciosamente.
- Hazlo y le diré que te escondiste en mi armario para masturbarte viéndome desnuda. A mí me creerán, a ti no.
El chico se puso en píe de golpe.
- Mis amigos tienen razón, eres una zorra.
Ella se puso seria.
- Ahora vete a tu cuarto y de ahí no salgas hasta que yo diga o te quedarás sin ir a la fiesta de Halloween.
Furioso, pero resignado, el chica se marchó de la habitación de su hermana y se metió en la suya dando un portazo. Patricia, mientras, se volvió a duchar para quitarse la sangre falsa de encima.

Más tarde, se encontraba de nuevo en su cuarto, vestida con unas bragas y una camiseta de manga corta. Estaba tumbada en su cama con su ordenador portátil hablando por Skype con sus amigas.
Hizo una pequeña pausa y bajó a la cocina a por un refresco. Cuando regresó no dio crédito a lo que veía.
Su hermano estaba allí, junto a la cama. Volvía a tener la cabeza cubierta con la máscara de zombie y portaba un nuevo cuchillo.
- ¿Se puede saber que haces aquí? –replicó ella.
Javier, en cambio, no hizo ni dijo nada. Se quedó quieto mirándola fijamente.
- Al final le voy a tener que contar a nuestros padres que…
Entonces, un morboso pensamiento se cruzó por la mente de la chica y cambió su tono serio por una sonrisa diabólica. Fue hacia el portátil y lo cerró, luego fue hacia la puerta y también la cerró. Después, se puso frente a él con las manos en las caderas.
- Dejemos de engañarnos. Tú y yo sabemos a qué tanto empeño por colarte en mi cuarto. Está claro. Ya no eres un niño, eres un jovencito con las hormonas a cien por hora deseoso de ver desnuda a una chica como yo...
Javier siguió sin hacer ni decir nada y continuó mirándola fijamente.
- Pues sabes que –continuó ella –. Si así consigo que dejes de molestarme, voy a complacerte…
Retrocedió unos pasos y se quitó la camiseta, dejando a la vistas sus hermosos y juveniles pechos. Luego, se quitó las bragas y, completamente desnuda, se quedó frente al chico con una posición muy sexy mirándole lascivamente.
Luego se acercó a él y se inclinó.
- ¿Quieres tocarlas…?
El chico alzó una de sus temblorosas manos y, una a una, acarició sus tetas. Se le notaba cada vez más nervioso. La chica se fijó, entonces, en el bulto de su entrepierna, cada vez más grande, y lo miró con una sonrisa ya diabólica.
- Adelante. Haz lo que harías si hubieras estado espiándome desde dentro del armario. Sé lo que estás deseando…
El chico se sentó en el suelo, se bajó los pantalones del pijama y comenzó a masturbarse mientras contemplaba a Patricia, que estaba arrodillada frente a él dedicándole su sonrisa más sensual. Después de un rato, finalmente la verga del chico estalló y el semen llegó a alcanzar el torso y parte de la cara de la chica.
- Que cochino… –dijo ella traviesamente.
Javier se puso en píe subiéndose los pantalones y se fue corriendo de la habitación encerrándose de nuevo en su cuarto mientras Patricia se echaba a reír.
Tras limpiarse el semen de encima, Patricia continuó hablando con sus amigas por Skype y luego vio una película de terror antes de acostarse. Javier, por su parte, estuvo todo el tiempo encerrado en su cuarto sin dar señales de vida.


A la mañana siguiente, Javier continuó sin salir de su cuarto; ni tan siquiera bajó a desayunar. Patricia empezó a preocuparse y a pensar que, tal vez, lo de la noche anterior le había afectado demasiado. Ella, más despejada, todavía no se podía creer que hiciera aquello. ¿En que estaría pensando? Era evidente que iba a tener que tener una charla con su hermanito.
Sus padres estaban al caer, así que tenía que arreglar aquello cuanto antes. Subió las escaleras y llamó a su puerta.
- Javier, abre. Vengo a pedirte perdón. Sé que anoche me pasé.
Pero no obtuvo respuesta. Así que abrió y el alarido de terror que soltó fue enorme al contemplar el aterrador espectáculo que tenía delante. La habitación estaba llena de sangre y vísceras humanas y el descuartizado cuerpo de su hermano yacía sobre la cama.
Un ruido salió del cuarto de baño. Aterrada, fue a por el bate de baseball que escondía bajo su cama y entró allí. La ventana estaba abierta y el aire la había hecho golpear contra el marco, de ahí el ruido.
Pero eso no llamó la atención de Patricia. Lo que la impresionó fue el espejo, donde alguien había escrito con sangre:


“Estás demasiado buena para matarte...”.





martes, 8 de septiembre de 2015

MINI RELATOS (5): "SÉ QUE VIVES SOLA..."







Sara entró en su apartamento. Era ya bastante tarde. Después de trabajar se había ido con unas amigas, ya que dentro de unos días era su cumpleaños, y se le había ido el santo al cielo. Por suerte, vivía sola y no había nadie que le reprochase nada. Aún recordaba las broncas de su madre cuando llegaba del colegio unos minutos después de lo previsto.
Se estaba empezando a desnudar para darse una ducha cuando el teléfono sonó.
- ¿Diga?
Sé que vives sola… –dijo una amenazadora voz masculina al otro lado del aparato.
Sara tomó aquello como una broma y colgó. El teléfono volvió a sonar inmediatamente y lo descolgó de nuevo.
Vuelve a colgarme, zorra, y sabrás lo que es bueno.
- ¿Quieres que llame a la policía? –dijo ella desafiante.
Se oyeron unas carcajadas al otro lado del auricular.
Como me gustan las chicas modernas que os sentís fuertes e independientes viviendo solas. Luego, antes de morir, seguro que desearíais haber tenido un hombre al lado que os protegiera…
Sara empezó a estar asustada, pero se mantuvo firme y desafiante.
- Mira, imbécil. He visto Scream muchas veces y me gustan las películas de terror. Me conozco bien esta cantinela.
Se oyeron otras carcajadas.
Si has visto Scream, sabrás entonces como terminará esto…
Sara sintió un escalofrío recorriendo su espalda. Sin despegarse el inalámbrico de la oreja, corrió a cerrar la puerta del pestillo.
Demasiado tarde. Eso ya no te salvará…
Entonces, la puerta de un armario se abrió de golpe y de ella salió un tipo vestido con ropa militar negra y la cabeza cubierta con un pasamontañas que portaba un enorme puñal. Sara gritó y le lanzó el teléfono, pero el tipo lo esquivó y siguió avanzando hacia ella.
La chica trató de abrir la puerta para intentar huir, pero no le dio tiempo. El tipo se dispuso a agarrarla, pero ella logró esquivarlo y trató de huir por el interior del apartamento. Sin embargo, el individuo era rápido y pronto la agarró, taponándole la boca con una de sus enguantadas manos para evitar que gritara.
- Que ironía –le susurró con la misma voz que en el teléfono –. Prisionera en el mismo apartamento donde te sentías tan segura…
La arrastró hacia el dormitorio y cerró la puerta.
Entonces, se abrió la puerta del cuarto de baño y de ella salieron los padres, los hermanos y las cuñadas de Sara. Todos miraron hacia la puerta del dormitorio.
- Creo que nos hemos pasado –dijo el menor de los hermanos.
- Es solo una broma –dijo el hermano mayor –. Luego se vengará en nuestros cumpleaños.
El padre era quién parecía más serio.
- ¿Crees que era necesario todo esto?
- Ya sabes que cada vez es más difícil sorprenderla –dijo la madre –. Además, a ver si con un susto como este se digna a buscar novio y me obsequie con una buena boda de una vez, como han hecho sus hermanos. Yo a su edad ya estaba casada.
- Ella eligió vivir así –replicó el padre.
- Los sé. Pero no me gusta que mi única hija viva sola en un apartamento con lo peligroso que es. Nunca hace caso de mis advertencias.
- Bueno –interrumpió el hermano mayor –. Terminemos ya con esto. Ese actor cobra por horas y nos puede salir esto por un pico.
Todos caminaron sigilosamente hacia el dormitorio, se colocaron alrededor de la puerta y, cuando estuvieron preparados, irrumpieron en la habitación dispuestos a gritar: ¡SORPRESA!
Pero la sorpresa se la llevaron ellos. El tipo del pasamontañas yacía en la cama en medio de un enorme charco de sangre. Sara se encontraba al píe de la cama completamente inmóvil y casi en estado de shock. Estaba completamente empapada por la sangre del tipo y portaba unas tijeras ensangrentadas en una mano.
Temblorosa, la chica se volvió hacia sus familiares, que la miraban petrificados con los ojos y la boca muy abiertos.
- Ha intentado matarme –dijo ella con voz temblorosa –. Menos mal que escondía estas tijeras bajo la almohada…







lunes, 7 de septiembre de 2015

MINI RELATOS (4): EL SECRETO DE PAULA






Ya le pareció demasiado extraño cuando Paula se empeñó en vivir en aquella casa cerca del cementerio. Nunca estuvo de acuerdo, pero Jon terminó por aceptar. La quería mucho y, tras tres años de relación, se moría de ganas de vivir con ella; aunque fuera al lado de un cementerio.
Pero aquello no era lo peor. Estaban los misteriosos paseos nocturnos. Todas las noches, a la 1 de la madrugada, Paula se levantaba de la cama y salía de la casa, volviendo horas después sucia de tierra y hierba y con algunos arañazos. Ella le decía que era sonámbula y no quería hablar del tema. Pero él, aunque se hacía el dormido, la observaba, y sus movimientos no parecían los de una sonámbula.
Ella se lo dejó claro tajantemente.
- Seré sincera contigo en todo lo que quieras, menos en esto. Es algo que me atañe solo a mí. Si no lo aceptas, deberíamos romper.
A Jon no le quedó más remedio que aceptar y dejó que ella saliera cada noche mientras él se quedaba en la cama esperando preocupado.
Una noche decidió observarla desde la ventana y, para su asombro, vio que se dirigía hacia el cementerio. Esto fue ya suficiente para él. Ella seguía sin querer hablar del tema, pero él iba a averiguar qué era lo que estaba pasando.
La noche que decidió seguirla deseó no haberlo hecho. Escondido tras una gran lápida vio como Paula, bajo la luz de la luna, se quedada parada en un pequeño montículo. En esos momentos, varias tumbas se abrieron y, para su sorpresa, los muertos que las ocupaban salieron de ellas y rodearon a la chica.
Estuvo a punto de gritar e ir corriendo a ayudarla. Pero cambió de idea cuando, perplejo, vio como su novia se quitaba el camisón y se quedaba completamente desnuda ante los muertos. Luego, se tumbó sobre la hierba y, uno a uno, se fue follando a los muertos sin que pareciera que le desagradara todo aquello. Todo lo contrario, parecía disfrutar mucho con eso; incluso más que cuando hacía el amor con él.
Al día siguiente, furioso, se lo contó todo a la cara. Creía que ella se iba a enfadar o iba a romper a llorar pero, en lugar de eso, se mostró muy tranquila.
- Lo siento, cariño. Me gustaría dejarlos, pero es que los vivos no lográis saciarme del todo.
Jon no daba crédito a lo que estaba oyendo. Más furioso que nunca, le dijo que lo iba a contar todo, que hasta su familia iba a saber lo zorra que era y que iba a hacer que demolieran el cementerio y que quemaran a todos esos muertos.
Paula, en cambio, seguía muy tranquila.
- Lo siento, cariño. No sabes lo que me duelo oír eso…
Entonces, de las distintas puertas que daban a esa habitación, comenzaron a aparecer muertos vivientes que, lentamente, caminaron hacia él. Intentó escapar, pero enseguida se vio rodeado. Miró a Paula, que seguía tranquila mirándolo. Una maliciosa sonrisa se dibujó en su rostro.
- Lo siento, cariño. Te quiero mucho. Pero ya te dije que no cambiaría mis costumbres por ti…
Jon gritó y suplicó, pero Paula continuó mirándole pasivamente mientras los zombies se abalanzaban sobre él.

Esa misma noche, Paula volvía a estar desnuda sobre la hierba cabalgando sobre un zombie mientras los demás muertos vivientes esperaban su turno. Gozosa, miró hacia un zombificado Jon, que observaba la escena justo al lado; las heridas de los mordiscos que tenía por todo el cuerpo habían dejado de sangrar hace tiempo.
Ella sonrió maliciosamente.

- Tranquilo, cariño… –dijo entre jadeos de placer –. Pronto llegará tu turno…







MINI RELATOS (3): LA REINA GUERRERA






Era el imperio más grande y poderoso de su tiempo. Reinos fuertes e, incluso, otros imperios habían caído bajo sus armas. Sin embargo, aquel pequeño reino, que creyeron fácil de conquistar, se había convertido en un inconveniente. Todo por su reina, Zara, una joven de 20 años a la que, al principio, el emperador subestimó, pero que había resultado ser una formidable estratega y una fiera guerrera.
Durante cinco años, el emperador había enviado enormes ejércitos a conquistar ese reino, pero terminaban sucumbiendo ante sus guerreros que, liderados por su reina, sorprendían a sus legiones y caían sobre ellas como lobos hambrientos, dejando los campos de batalla sembrados de soldados imperiales muertos y desmembrados.
Finalmente, gracias a una traición que le costó enormes cantidades de oro, el emperador pudo capturar a esa tan temida reina e hizo que la llevaran ante su presencia. Con mucho gusto, la habría matado él mismo, pero el Gran Maestre, su principal consejero, le dijo que las hazañas de la joven estaban recorriendo todo el imperio y, si la mataba, la convertiría en una mártir y provocaría revueltas en todo el imperio.
- Tienes que hacer que ella se arrodille ante ti voluntariamente –dijo el Gran Maestre.
Pero la joven reina era un hueso duro de roer. Hizo que la azotaran y la torturaran, pero la chica no se doblegaba. Finalmente, el Gran Maestre pareció dar con la solución.
- La haremos sucumbir por medio del placer…
El emperador hizo construir una gran tienda en medio de la sala del trono donde metió a Zara. Uno a uno, cientos de soldados y miembros de la guardia imperial pasaron por allí y la fueron violando. Sin embargo, la joven reina resistía y seguía sin doblegarse. El emperador empezaba a impacientarse.
- Tengo la solución –dijo el Gran Maestre.
Entonces, hizo traer a tres hombres de los territorios más inhóspitos del imperio que, aparte de ser unos guerreros letales, tenían fama de ser unos amantes insaciables. Cuando entraron desnudos en la sala del trono, todos los presentes se asombraron al verlos. Eras tres tipos muy altos, de piel muy oscura y de cuerpos atléticos y musculosos. Pero, lo que más sorprendió, era el enorme tamaño de sus miembros, los cuales no parecían humanos.
Los tres entraron en la tienda, donde permanecieron largas horas de ininterrumpidos gemidos y jadeos que salían de su interior. El emperador esperaba impacientemente, pero aquello estaba durando demasiado. Incluso le sorprendía que unos seres humanos pudieran resistir tanto. El Gran Maestre trataba de animarle.
- Tranquilo, mi señor. Cuando terminen, esa zorra se arrodillará ante ti y te suplicará ser tu esclava.
Pero pasaba el tiempo y la cosa continuaba. Se hizo de noche, pero todavía seguían, llegando a durar hasta el amanecer. Finalmente, el ruido de los gemidos cesó y los tres guerreros, muy sudorosos, salieron de la tienda. El emperador, que acababa de despertarse –ya que se había quedado dormido sentado en su trono –sonrió.
- ¿Lo habéis conseguido?
Pero, inesperadamente, uno de los morenos, el líder de los tres, le arrebató la lanza a un miembro de la guardia medio dormido al que rompió el cuello con una de sus fuertes manos y la lanzó contra el emperador. Mientras, los otros dos les arrebataron las armas a otros y empezaron a aniquilar a los demás miembros de la guardia imperial que había allí; a penas encontraron resistencia, ya que casi todos estaban dormidos. Otros guerreros morenos que los habían acompañado hasta allí, aunque no entendían muy bien lo que ocurría, tomaron también las armas e imitaron a sus compañeros. En poco tiempo, aniquilaron a la guardia imperial y se hicieron con el control de la sala del trono. 
     En esos momentos, por los grandes ventanales entró el ruido de los gritos de los habitantes de la ciudad capitalina, que parecía haberse sublebado; todos gritaban y coreaban el nombre de Zara. Más tarde, se sabría que varios hombres se habían infiltrado entre la población y habían hecho correr la voz de que Zara iba a matar al emperador y hacerse con el trono, algo que los ciudadanos, hartos de la tiranía y los abusos del emperador e inspirados por las victorias de la joven reina, vieron con buenos ojos. Estos hombres misteriosos eran guerreros fieles a Zara, quién, antes de ser capturada, les ordenó que hicieran aquello. Era como si la joven hubiera planeado todo desde el principio.
Mientras, en la sala del trono, el líder subió las escaleras que llegaban hasta el trono, donde el emperador, ensartado con la lanza, se revolvía moribundo.
- Lo siento, mi señor –dijo el moreno en voz baja –. Pero ella dijo que no pararía si no lo hacíamos…
Entonces, agarró la lanza y la hundió más hasta que el emperador murió. Los otros morenos, mientras, sometieron al resto de los presentes –miembros de la corte y los gobernadores de las ciudades periféricas –rodeándolos y apuntándoles con las armas. El Gran Maestre intentó huir, pero uno de los morenos le atravesó una pierna con una lanza y luego lo decapitó.
Zara salió de la tienda completamente desnuda. Estaba magullada, sudorosa y exhausta, pero caminaba con paso firme, aunque dificultoso. Subió las escaleras hasta llegar al trono. El moreno agarró el cadáver del emperador y lo arrojó lejos, dejando que ella se sentara. Luego, se volvió hacia los presentes.
- ¡Arrodillaos ante vuestra nueva emperatriz!
Y todos se arrodillaron.







jueves, 3 de septiembre de 2015

MINI RELATOS (2): HERMANAS



     - ¡Te he dicho que NO!
- Tú no eres nuestra madre. No me digas lo que tengo que hacer. Tú no decides en mi vida.
- Llevo cuidando de ti desde que nuestros padres murieron. Tengo derecho a opinar.
- Ya soy mayor de edad. Y si decides echarme de casa, me iré a vivir con él.
La hermana mayor se tranquilizó un poco y se frotó las sienes antes de continuar.
- Sé qué crees que ese chico te conviene. Pero yo tengo más experiencia y sé de lo que hablo.
La hermana pequeña se mantuvo firme.
- Tú no tienes ni idea.
Fue lo que dijo antes de irse hacia el portal, donde el chico había escuchado la conversación preocupado.
- Espero no haber causado problemas –dijo.
- Tranquilo. Mi hermana es un poco bruja, pero es buena persona –le rodeó el cuello con los brazos y le besó apasionadamente en los labios –. Vamos a mi cuarto –le dijo guiñándole un ojo.
- Pero… ¿y tu hermana?
- Tranquilo. No nos molestará –sonrió maliciosamente –. Si quieres, le digo que se nos una…
El chico rió mientras meneaba la cabeza.
- No tienes remedio…
Volvieron a besarse y corrieron a toda prisa hacia las escaleras que daban a la parte de arriba de la casa. Desde el umbral, la hermana mayor los observaba muy seria.


Más tarde, los dos jóvenes se encontraban en el dormitorio de la chica, tumbados sobre la cama uno junto al otro, con sus cuerpos desnudos empapados en sudor y recuperando el aliento.
- Ha sido maravilloso. Jamás había estado con una chica que se moviera así en la cama. Luego me dirás como aprendiste a follar de esa manera.
- Me enseñó mi hermana...
Él volvió a reír.
- Tu hermana, ya –dijo incrédulo y en plan sarcástico –. Ahora dime, ¿Cómo te enseñó?
- Solía prestarme a los chicos que se follaba cuando empecé a hacerme mayor...
El chico volvió a reír; esta vez, con unas carcajadas más grandes.
- Venga ya, tía. ¿Esto es verdad…?
La chica sonrió de manera diabólica.
     - Pregúntaselo a ella... –dijo alzando la mirada.
El chico giró la cabeza bruscamente y vio a la hermana mayor junto a la cama portando un enorme cuchillo de cocina que le clavó en el cuello antes de que pudiera reaccionar. Mientras se ahogaba en borbotones de sangre, el chico miró a la hermana pequeña, quién se reía de una manera que asustaba con la cara manchada por salpicaduras de su sangre.


Más tarde, las dos hermanas estaban cenando en el comedor; disfrutaban de un sabroso asado de carne.
- Tenías razón, hermana –dijo la pequeña –. No había mucho donde sacarle. Encima, creo que era vegetariano –hizo un gesto de repugnancia.
- Ves, ya te dije que ese chico no te convenía. No entiendo esa manía de salir con flacuchos habiendo tantos chicos rollizos donde elegir.
- Ya. Pero es que son muy fáciles de ligar y a mí me gustan los retos.
- Tu haz caso a tu hermana mayor. Ningún reto puede compararse con una buena cena.
- Tienes razón, hermana; siempre la tienes –cortó un trozo de carne con el cuchillo y el tenedor y lo miró de forma fastidiosa –. Por culpa de mis caprichos, nos vamos a quedar con hambre.
La hermana mayor sonrió maliciosamente.
- Tranquila, pequeña. Le he pedido a mi novio que venga esta noche. Se muere de ganas de hacer un trío…








MINI RELATOS (1): LA INFIDELIDAD






Ana irrumpió en el apartamento con cara de pocos amigos. Luis, su novio, se encontraba en esos momentos en la sala de estar viendo la Tv.
- ¿No tenías que estar trabajando, cariño? –preguntó él, perplejo, mientras apagaba el aparato con el mando a distancia y se ponía en píe.
- He salido antes para pillarte –le fulminó con la mirada.
El chico, cada vez entendía menos lo que pasaba.
- ¿Pillarme…? Si solo estaba viendo la tele y antes me he echado la siesta.
Ella se cruzó de brazos y sonrió de forma sarcástica.
- Claro que te la has echado. Y muy bien acompañado, debo añadir…
El chico abrió los ojos como platos y, rápidamente, se puso a la defensiva.
- No sé lo que te habrán dicho tus amigas –dijo con voz temblorosa –. Pero yo jamás te engañaría…
- A si…
Entonces, fue hacia la cortina que cubría el acceso a la terraza y la abrió de golpe. El chico se quedó boquiabierto cuando su novia dejó al descubierto a una chica en ropa interior.
Ana lo fulminó con la mirada y, sin decir una sola palabra, fue hacia el cuarto de baño y descorrió de golpe la cortina de la ducha. Otra chica, también en ropa interior, quedó al descubierto. Después, fue hacia el dormitorio, abrió el armario y una tercera chica en ropa interior quedó descubierta.
Luis, totalmente perplejo, alzó las manos y se dispuso a decir algo. Pero Ana no le dejó hablar.
- ¡Fuera de mi apartamento! –le gritó mientras le fulminaba con los ojos.
Luis siguió intentando excusarse, pero Ana lo sacó a empujones del apartamente, cerró la puerta de un portazo y echó la cadena. Muy seria, se volvió hacia las tres chicas, que se encontraban reunidas en la sala de estar.
Inesperadamente, sonrió de una forma maliciosa; sonrisa que imitan al instante las tres chicas.
     - Bien hecho, chicas. Lo habéis hecho genial. No sabía como deshacerme de ese pesado. Llevaba ya tres meses apalancado aquí y había empezado a hablar de matrimonio.
Las tres chicas fueron hasta donde estaba ella, la rodearon y empezaron a acariciarla sensualmente.
- No ha sido muy difícil colarnos cuando estaba durmiendo –dijo una de las chicas –. Con esos ronquidos podría haberse colado una excavadora y ni se habría enterado –las cuatro rieron.
Una a una, Ana besó a las tres apasionadamente en los labios.
- Ahora, chicas, vamos al dormitorio. Esto hay que celebrarlo como es debido…